Desde el Puerto Viejo (Le Vieux Port ) de Marsella, el Bus 60 recorre la ciudad hasta su última parada a los pies de la impresionante Basílica de Notre Dame de la Garde.
En el trayecto pasamos por la Avenida La Canabiére, la principal calle de la ciudad.

Vemos el magnífico edificio de la Opera


Recorrido del bus hasta su destino final

Llegamos a la colina de Notre Dame de la Garde.

El bus nos deja en una explanada con Impresionantes vistas sobre la ciudad.



Incluso se ve el archipiélago de Frioul, grupo de cuatro pequeñas islas en medio de la bahía de Marsella. La más famosa es la más pequeña de las islas de Marsella (Isla de If ) donde el rey Francisco I ordenó edificar una fortaleza para defender las costas de una invasión enemiga y al mismo tiempo vigilar a la propia ciudad de Marsella. En 1531 se terminó la construcción del enigmático CHÂTEAU D’IF. En 1540 se convirtió en prisión y durante casi 400 años, albergó a todos los convictos, ladrones, bandidos, asesinos y personas desterradas de Marsella.

El Castillo de If es el escenario de la novela de “El conde de Montecristo” creada por Alexandre Dumas en 1844, donde Edmond Dantes es encarcelado y conoce al abad Faria que le revela la existencia de un tesoro que recupera cuando consigue fugarse del castillo, una trama perfecta para este sobrecogedor castillo.

Aún hay que subir un buen tramo que hace las veces de un magnífico mirador sobre Marsella hasta llegar al impresionante templo católico.


Notre-Dame de la Garde está situada a 162 metros de altura al sur del Vieux-Port, su silueta de estilo neo-bizantino coronada por una efigie dorada de la Virgen María es una de las estampas más características de la ciudad.

Nuestra Señora de la Guarda, en la cumbre de la colina arbolada (montée de l’oratoire) es considerada desde la Edad Media la guardiana y protectora de la ciudad y especialmente de los pescadores y de la gente del mar.
Esta colina se supone que estuvo ocupado durante mucho tiempo por un puesto de observación y torre de vigilancia. En 1214 un sacerdote de Marsella, el padre Pierre, propuso la idea de construir en la cumbre de la Guarda una capilla dedicada a la Virgen María, solicitando permiso al Abad de la Abadía de San Victor al que pertenecían los terrenos de la colina. Desde la fundación de la capilla, muchas donaciones, incluso en legados de testamentos, se hacían a favor de Notre-Dame de la Garde como demostración de la gran devoción popular que se desarrolló durante los siguientes siglos. Muchos marineros que habían escapado de algún naufragio o enfermos recuperados de graves dolencias, hacían su donativo de acción de gracias y dejaban algún objeto o prenda votiva en el altar de Nuestra Señora del Mar. Esta primera capilla fue sustituida a principios del siglo XV por un edificio más grande.
En 1516 Francisco I de Francia, coronado rey en 1515, visitó el lugar, viendo la conveniencia de mejorar las defensas de la ciudad de Marsella mandó construir además del Castill If, una fortaleza en la parte superior de la colina de la Guarda, donde estaba situada la capilla. La nueva fortaleza y la antigua capilla fueron un ejemplo de convivencia entre el estamento militar y el santuario abierto a los fieles. El fuerte de Nuestra Señora de la Guarda no se terminó hasta 1536 justo a tiempo para resistir la llegada de las tropas del Emperador Carlos I de España y V de Alemania.
La colina de la Guarda y su santuario fue testigo a lo largo de los siglos de muchos desastres, guerras religiosas, la epidemia de la peste que asoló la población en 1720, la Revolución Francesa en 1789 que supuso el saqueo de los edificios religiosos y el cese del culto.
El 4 de abril de 1807, la capilla de Nuestra Señora de la Guarda se reabrió de nuevo al culto. La tradicional procesión del Corpus se reanudó en 1814. La capilla fue cada vez más frecuentada y el aumento de los fieles fue tan grande que hubo que ampliarla en 1833 con una segunda nave, pasando de los 150 m2 originales a un área total de unos 250 m2 . En1851 se presentó un nuevo proyecto para la construcción de una iglesia de dimensiones más grandes. La colocación de la primera piedra por el obispo de Marsella, tuvo lugar el 11 de septiembre de 1853. La generosidad de los ciudadanos de todas las religiones y condiciones sociales —desde el emperador Napoleón III y su esposa la emperatriz Eugenia de Montijo, que visitaron a la Virgen de la Guardia en 9 de septiembre de 1860, hasta los más modestos marselleses— permitió la terminación de las obras. La consagración del santuario tuvo lugar el sábado 4 de junio de 1864 por el cardenal Villecourt, miembro de la Curia Romana, con asistencia de cuarenta y tres obispos.

Importantes obras de restauración se llevaron a cabo entre los años 2001 y 2008 que se continúan en la actualidad para mostrar este espectacular templo y su entorno.

En la subida hacia el templo vemos la sobrecogedora escultura de la Pasión de Cristo delante de la Basílica.


Y el monumento a los hijos de Marsella caídos por la Patria:


El acceso al edificio se realiza a través de un puente de 35 m de ancho que conduce a un puente levadizo que todavía se sigue levantando por las noches.


Mirando hacia abajo:

Lo más impactante de la construcción es la alta torre cuadrada de 41 m situada sobre el pórtico de entrada, tiene dos pisos idénticos con cinco arcos que sirven de ventanas a unos pequeños balcones. El campanario alberga la campana de impresionantes dimensiones: 2,40 m; altura: 3,50 m; badajo: 300 kg; peso: 8234 kg y termina con una plataforma rodeada por una balaustrada de piedra con las armas de la ciudad en el centro de cada lado y la estatua de un ángel tocando una trompeta en cada esquina. Sobre la terraza se eleva la torre de 12,5 m que hace de pedestal que sostiene la estatua monumental, de 11,5 m de altura, de la Virgen María con el niño Jesús hecha en chapa de cobre dorado.

Los primeros tañidos de la gran campana que se bautizó como «Marie Josephine» , se escucharon por primera vez el 8 de diciembre, fiesta de la Inmaculada Concepción, de 1845.
¡¡¡ Tal día como hoy de hace 175 años !!!
Hoy 8 de diciembre 2020, ¡que casualidad!

En el interior de la basílica se diferencian dos partes: una austera capilla o cripta inferior, excavada en la roca de estilo románico y una gran iglesia de estilo románico-bizantino encima.




Algunas capillas laterales muestran las paredes llenas de placas recordatorias de benefactores y exvotos de agradecimiento, sobre todo haciendo referencia a la dura vida del mar, naufragios y tormentas, dolencias y tragedias personales donde se invocó la intercesión de la Virgen, en el techo cuelgan veleros pequeños con su aparejos, incluso tienen su nombre en la popa; son los que la madre de Cristo rescató de un cruel naufragio o salvados de la furia de los piratas y corsario. La mayoría datan de la segunda mitad del siglo XIX porque los anteriores a la Revolución Francesa desaparecieron durante este período.

Resulta muy notable el contraste entre la sobriedad de la cripta y la suntuosidad de la iglesia superior. La cripta, de poca altura, tiene una luz escasa, tenue y carece de decoración mientras que la parte superior está iluminada por óculos y ricamente decorado con mármoles policromados y extraordinarios mosaicos de azulejos venecianos que suponen un conjunto excepcional por la complejidad de sus decoraciones hechas por arquitectos y pintores de renombre.





El Museo de la basílica de Notre Dame de la Garde, instalado en las bóvedas que se encuentran debajo de la basílica, recrea la historia de Notre Dame de la Garde, desde la capilla a la basílica, pasando por el Fuerte de Francisco I y presenta sus tesoros: exvotos, casullas, copones, custodias…
Una maqueta nos permite observar sus detalles más cerca.

Después de la visita a la basílica, decidimos bajar caminando al centro de la ciudad para ir viendo otros rincones de Marsella.

Dejamos atrás Notre Dame de la Garde y el Montée de l’Oratoire

Bajar a pie permite pasar por delante de uno de los recordatorios de uno de los episodios más atroces que sacudieron a la humanidad no hace tanto tiempo: la espantosa Segunda Guerra Mundial que aquí en esta Colina, también tuvo un significado especial.

El 25 de agosto de 1944 empezó el ataque para liberar la Colina de la Guardia de los alemanes que estaban allí atrincherados, los carros de combate del Segundo Regimiento de Coraceros de la Primera División Blindada asaltaban a la vez la colina, testimonio de los duros enfrentamientos que se produjeron es el carro de combate Juana de Arco (Jeanne d»Arc), que aun se expone en la pequeña plaza para que no se olviden a los miles de héroes que dieron sus vidas para liberar a Francia, como los tres tripulantes que murieron en el tanque.


Dejamos a la derecha el tanque Juana de Arco y seguimos por la calle de la izquierda

Llegamos a la entrada al Jardín de la Colonne , el jardín público más antiguo de Marsella, acondicionado en el siglo XIX. En 1872 se instaló un busto de Pierre Puget, ilustre marsellés pintor, escultor y arquitecto, en cuyo honor se bautizó el viejo parque «jardin de la Colline Puget» .


Seguimos por Rue Vauvenargues, bajamos las escaleras, giramos a la izquierda por Rue des Lices hasta Rue d’Endoume, aquí a la derecha cruzamos de frente el Boulebard de la Corderie hasta la Abadia De San Victor.



Fundada en el siglo V, sobre una antigua necrópolis griega datada en el siglo II antes de Cristo, en terrenos cercanos a las tumbas de los mártires de Marsella, adquirió su nombre de uno de ellos: San Víctor de Marsella. Cuenta la tradición que en su interior se encuentran las reliquias del santo. San Victor, fue un oficial del ejército romano convertido al cristianismo, fue martirizado por su fe en Marsella alrededor del año 303, cuando rehusó hacer sacrificios a los dioses paganos fue llevado ante el prefecto Euticio, donde se proclamó cristiano. Fue paseado atado por la ciudad y ante el juez, Asterio, volvió a proclamarse cristiano. Fue torturado y azotado, pero no quiso abjurar, días después, se negó nuevamente a hacer sacrificios y tiró el altar al suelo con el pie, que le fue amputado. Condenado a muerte, fue martirizado en un molino de grano, donde fue aplastado por las muelas de piedra. Los cristianos recuperaron los restos del cuerpo y lo escondieron a una gruta en un cerro de la ciudad, venerándolo como mártir. Sobre aquel lugar se edificó un templo que luego se convirtió en la abadía de San Víctor.

La Abadía De San Víctor es un auténtico emblema entre los edificios religiosos del catolicismo. Al parecer, este lugar fue el primero consagrado a la religión cristiana en Francia.
La reconstrucción de la iglesia tuvo lugar en el siglo XII en estilo románico, lo que se pudo rescatar de la antigua abadía fueron la iglesia principal, algunos muros del convento y la torre de Isarn, torre principal o torre del homenaje que semeja a la torre principal característica de los castillos de la edad Media, recibió el nombre del Abad Isarn de Marsella (1020-1047).
Realmente más que un templo religioso el edificio de la Abadía De San Víctor recuerda un poderoso castillo de fuerte paredes exteriores reforzadas por torres cuadradas con almenas.

Los restos más antiguos de la Abadía datan de finales del siglo X, destacando la torre de Isarn, a través de la cual actualmente se accede a su interior.







Nos asomamos al mirador de la plaza (Place Saint-Victor), con magníficas vistas sobre el puerto, en frente el Fuerte de San Juan a la izquierda el Fuerte de San Nicolás y el Palais du Pharo.



Continuamos de regreso por el paseo marítimo de Quai de Rive Neuve del Vieux-Port.


Estamos en el antiguo barrio del Arsenal Militar diseñado por Colbert (Jean-Baptiste Colbert uno de los principales ministros y consejeros del rey de Francia Luis XIV) en la segunda mitad del siglo XVII para acomodar y armar las galeras del rey, incluida la famosa y suntuosa Réale, de 57 metros de largo. Hasta 1748, el Arsenal acogió a los condenados a trabajos forzados y esclavos antes de ser trasladados a Toulon.

Muy distinto al Quai de Rive Neuve actual rehabilitado en los años 80, desde entonces es una alegre zona mirando directamente al Mediterráneo llena de restaurantes, cafés, galerías de arte ……..

Nos detenemos en el Museo del Jabón, en el nº 25 de Quai de Rive Neuve del Vieux-Port.


Ya en la Antigüedad se mezclaban aceites y cenizas con agua a modo de jabón, que se utilizaban tanto para remedios tales como limpieza y cicatrizante de heridas como para cosmética; pero no es hasta la Edad Media cuando empieza a utilizarse para lavar la ropa añadiendo sosa cáustica a la mezcla.
Los artesanos utilizan ingredientes de la tierra para fabricar el producto: sosa, camarga y olivas sobre todo.
Los primeros registros de la venta del jabón de Marsella se remontan a finales de 1300, parece ser que uno de los primeros comerciantes e impulsores del producto fue el judío Crescas Davin entre 1371 y 1401. En esta época se obtenía fundamentalmente de la mezcla de cenizas de haya y de sebo de cabra.
Desde el siglo XIII, Marsella albergó pequeños talleres de saponificación al calor, y elaboraban el jabón a base de aceite de oliva de la región de Provenza mezclado con sosa extraída de plantas quemadas.
En el siglo XVI las fábricas dejan atrás el proceso artesanal, se perfeccionan las técnicas y la industria del jabón empieza a tener una presencia considerable en la Provenza.


A principios del s. XVII, la producción de estas fábricas marsellesas apenas puede satisfacer la demanda de la ciudad y del resto de la comarca, poco a poco, los aceites de oliva son reemplazados por aceites de colza, amapola o sésamo. Incluso el puerto de Marsella recibe jabones procedentes de Génova y Alicante que compiten en fama.
En 1688 Luis XIV promulga el edicto Colbert, que introduce regulaciones para la fabricación del jabón de Marsella, por lo que a partir de aquél momento únicamente se permite el uso del nombre de “Savon de Marseille” para aquellos jabones producidos en el área de Marsella y elaborados con aceite de oliva puro, garantizando un estándar de calidad y asegurando el renombre de los jaboneros de la ciudad, esto consolidaría la fama del jabón de Marsella y convertiría a la ciudad en la reina de la industria.

A lo largo del siglo XVIII la producción se multiplica gracias a la mecanización, pasando de siete a más de setenta fábricas. Sin embargo, el bloqueo inglés del puerto detiene la importación de materias primas, por lo que se dedican más fábricas a la obtención de uno de los componentes a partir de la sal marina. Además, tras el aumento de precios del aceite de oliva, se vuelven a utilizar otro tipo de aceites como el de colza, de lino y de sésamo.
La introducción de múltiples procesos técnicos, como el blanqueamiento del aceite de palma y la creación de laboratorios especializados en la cocción del jabón, favorecieron una todavía mayor expansión del jabón de Marsella.

Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, se bloquea el abastecimiento desde España y Marsella abastece el norte de Francia y proporciona sus productos a distintos compradores de Holanda, Alemania e Inglaterra. A pesar de esto, los años sucesivos son bastante desastrosos para la industria del jabón.
A raíz de la introducción del jabón moderno de todos los tipos y refinamientos, la producción del marsellés disminuye considerablemente.
Aún y así, a partir de los años 80 del siglo XX y hasta la actualidad, el jabón de Marsella resurge con fuerza basándose en la tradición. Se enaltecen las virtudes de este producto natural y biodegradable, perfeccionado con incontables presentaciones, colores y aromas.El jabón vegetal blanco suele presentarse con aromas de jazmín, lavanda, leche, limón, miel, rosa… mientras que el jabón de oliva suele aparecer con matices de algas, arcilla, lavanda, manzana, menta, pino, romero…
Las combinaciones no tienen límites, y puedes encontrar incluso combinaciones de chocolate, magnolia, melón, própolis y hasta vino.
A día de hoy el Jabón de Marsella se encuentra en todas partes: tiendas de productos provenzales, jabonerías, mercados, tiendas de productos cosméticos, etc.

Por supuesto que no nos podemos ir sin alguno de estos jabones de recuerdo.
Seguimos por el paseo del puerto y en el número 30 de Quai de Rive Neuve, encontramos el Teatro Nacional de Marsella, más conocido como La Criée. Ocupa el edificio donde estuvo la lonja o antiguo mercado mayorista de pescado, construido en 1909, su actividad comercial cesó en 1975.
En 1981, tras una reforma total, el edificio fue inaugurado como teatro, manteniendo intacta su fachada original, que destaca por el gran ventanal de cristal y hierro sobre el que hay un arco en piedra donde aún puede leerse “Criée des poisson” (subasta de pescado).

El Teatro Nacional de Marsella, desde su apertura se ha convertido en un referente cultural en la ciudad.
Un buen momento para hacer una parada en alguna de las animadas terrazas de Quai de Rive Neuve.


Seguimos nuestro paseo

Volvemos a pasar por L’Ombrière obra del arquitecto Norman Foster en Quai de Rive Neuve,

Pasamos también como esta mañana, por delante de la Iglesia de Saint Ferreol (Église Saint-Ferréol les Augustins ) en Quai des Belges, nos detenemos para ver la bonita fachada de la iglesia que ocupa el lugar de una pequeña capilla el siglo XII perteneciente a la orden de los Templarios. En el siglo XIV pasó a ser propiedad de los monjes agustinos (también se la conoce como iglesia de los agustinos) quienes construyeron, sobre sus cimientos, una nueva iglesia gótica. En 1803, recibió su nombre en honor a San Ferréol de Vienne , un mártir católico romano del siglo III que fue el homónimo de otra iglesia en Marsella destruida durante la Revolución Francesa.
El Papa Clemente VII (1478-1534) casó a su sobrina, Catalina de Médicis (1519-1589), con Enrique II de Francia (1519-1559), en esta iglesia el 28 de octubre de 1533. Y esto me recuerda nuestro fantástico viaje por los Castillos del Loira, escenarios de los amores e intrigas de la realeza de aquellos tiempos:
https://viajaconfaloalp.wordpress.com/2017/07/13/3o-recorriendo-el-valle-del-loira-con-faloalp/

Aún nos da tiempo a curiosear un poco más por el mercadillo que ya vimos esta mañana.



Llegamos de nuevo al Ayuntamiento:




Al final del paseo entramos en esta pequeña tienda de Jabones en Quai du Port atraídos por la vistosidad del mostrador interior y su típico aroma:

Y seguimos aprendiendo más cosas: el auténtico Jabón de Marsella hoy en día, únicamente contiene aceites vegetales, sin mezcla de otras grasas; la característica de ser 100% vegetal le confiere sus propiedades hipoalérgicas. Contiene tres aceites: aceite de oliva, por su poder de limpieza y como protector de la piel; aceite de copra (la pulpa seca del coco), por su poder espumoso; y aceite de palma que nutre la capa hidrolípida de la piel. Las materias grasas vegetales, que deben representar un mínimo de 72%, se mezclan con la sosa y se cuecen a fuego alto, resultando el emblemático jabón con sus mejores características: hipoalergénico, protector de la piel, antibacteriano, antipolilla y biodegradable.


Después de esta pequeña parada desandamos el camino de esta mañana y llegamos a la plaza Joliette

y desde aquí
¡Fin de la visita a la ciudad de Marsella!


Volvemos al Puerto de Cruceros donde nos espera nuestro “ Vision of the Seas”:






Aprovechando las últimas horas en el “Vision of the Seas”:

Momentos de relax en el solarium, las piscinas, paseando por cubierta, últimas compras, un poco de música y la última cena…..,















Un poco de todo para recordar la vida a bordo,…..
pero sobre todo no nos perdemos la última puesta de sol desde el «Vision of the seas»:


Música, baile y fiesta


Despedida del Capitán y oficiales de la tripulación


La última cena en el «Visión of the Seas»:






A dormir…..
Al día siguiente despertamos en Barcelona y toca la despedida:

Hasta la salida de nuestro vuelo aun nos queda tiempo para una rápida visita por Barcelona: las Ramblas, el Paseo de Gracia, la Catedral…..todo muy conocido pero que siempre apetece volver.


Llegamos a casa:

Fantástica puesta de sol que nos hace recordar tantas y tantas que disfrutamos a lo largo de este magnífico crucero que nos deja tan buenos recuerdos y muchísimas ganas de preparar el siguiente…..
¿Cuál será nuestro próximo viaje?
